#ExperienciasconCorazon

La decisión de ser voluntario es un sentimiento que nace del corazón y el regalo de poder experimentarlo cada martes en un voluntariado hospitalario nos transforma la vida porque, sin esperar nada a cambio, lo recibimos todo al lado de los enfermos a través de sus miradas, conversaciones, silencios cómplices, sonrisas… que te reinstalan en el mundo con ojos nuevos para agradecer hasta el aire que respiras.

Si hoy me preguntaran cuántos kilómetros separan el Hospital Quirón del Hospital del Valle del Guadalhorce, les diría que tan solo UN CAFÉ con el Presi y os aseguro que fue esa la distancia que me separaba aquel día cuando le escuché decirme que los enfermos de allí eran muy mayores y que muchos morían solos. Sin que él lo notara, mi corazón ya estaba en el Valle cuando me despedía de él aquella mañana, consciente de que iba a echar mucho de menos a los enfermos oncológicos de Quirón y a los Voluntarios de Alma que tanto me habían enseñado mientras los acompañábamos juntos cada martes por la tarde. Al menos la mudanza sería fácil, tan solo tenía que llevarme la camiseta conmigo.

Y ahora, ¿qué hacemos? le pregunté a Dios aquella noche. Se te ha ocurrido a TI, y yo lo pongo de nuevo en tus Manos y su respuesta no se hizo esperar cuando oí preguntar a cinco Voluntarios de Alma que cuándo empezábamos.

Se hace tan difícil admitir que hoy en día, a diferencia de otras culturas que los acompaña hasta el último día, en la nuestra se les deje solos después de habernos dado tanto, y que la soledad sea su única compañera o el marco de tristeza de esas Grandes Almas en las que habita un Tesoro lleno de sabiduría, verdad y belleza.

El pasado martes, se nos abrían por primera vez las puertas del Valle, como me gusta llamarlo, para encontrarnos a un padre con los ojos encendidos de ternura mientras nos mostraba las fotos de sus hijos y esposa a los que no ve ya que viven en Senegal, y le sacábamos parecidos con él mientras nos sonreía. Hasta ese momento en el que entramos a su habitación, esas cuatro paredes eran las únicas que sostenían su fragilidad. Ahora y desde ese día, cada noche duerme en nuestro corazón y así se lo haremos sentir cada martes. Luego, pedimos permiso para entrar en otra habitación, allí nos esperaba en penumbra un amante del flamenco y se hizo de día cuando asomó a su rostro envejecido la sonrisa de un niño cuando le pusimos a oír a Camarón. Más tarde, en otra habitación escuchamos la fuerza de un corazón de ochenta años que sigue latiendo por una mujer a la que nunca le confesó que la amaba por el miedo a ser rechazado por ella, y nos decía cuando nos despedíamos: por mí no os vayáis… Luego…

¡¡Cuántos REGALOS!!

Será porque crecí al lado de mis abuelos y aprendí a pasear por la vida más despacio cuando los acompañaba en sus paseos y sus cuerpos ya no les sostenían. Será porque agudizaron mis sentidos para no perderme nada mientras contaba sus pastillas cuando no recordaban si las tomaron. O quizás porque prefería sus batallas a los cuentos infantiles que mis amigas conocían, dándome igual que me las contaran mil veces, ya que yo hice lo mismo con ellos cuando ya no me reconocían. Será porque pretendo llegar a vieja y no sé cuál será mi VALLE… solo puedo dar gracias por ese CAFÉ con el que la Vida me invita al lado de cinco Voluntarios de Alma a los que amo, a seguir creciendo agarrada y agarrando la mano de un mayor.

Si algún martes nos buscáis de cinco a ocho nos encontraréis viviendo la MAGIA del Valle. ¿TE VIENES? ❤️?✨

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